Experto consultor y formador en Economía Circular, Nicola Cerantola lleva años viajando por el mundo compartiendo su entusiasmo y convencimiento por promover métodos, como el Ecocanvas, que conecten el diseño sostenible con el diseño de negocios rentables y resilientes. Su visión holista es un soplo de aire fresco ante los discursos centrados en la única idea de reducir los riesgos medioambientales. Sus soluciones y estrategias son innovadoras, e inciden sobre todo en no centrarse en el final del proceso para aprovechar los recursos, sino actuar antes y durante todo el ciclo del producto o servicio.
Economía Lineal → Economía Verde→ Economía Circular, ¿podríamos hablar de una evolución “lógica” para enfrentarnos a un futuro que cuenta con recursos naturales con fecha de caducidad?
Sí, en efecto, el cambio de paradigma que estamos observando desde una economía lineal (extraer, usar y tirar), hacia una economía más eficiente (verde), y ahora a una regenerativa (circular), parece coincidir con una mayor concienciación sobre la escasez de recursos y los límites del sistema actual.
Sin embargo, posiblemente esta evolución tiene que ver, en realidad, con algo más complejo y profundo, que es la convergencia histórica de varios factores clave: unas escuelas de pensamiento que por fin han sido escuchadas, una mayor concienciación del consumidor y empresario, la coyuntura socio-política del mundo industrializado y su fragilidad y la globalización cultural y económica que está transformando las sociedades como nunca antes.
Estos factores han ido dejando manifiesta la urgencia de cambiar el modelo actual por uno más responsivo, más efectivo en sus intenciones y muy atento al uso de recursos. Por primera vez en la historia, los grandes poderes políticos y económicos no son capaces de mirar al otro lado, preocupados por lo que se avecina.
Estas nuevas formas de entender y hacer negocio no son nuevas, desde hace décadas se habla de ecodiseño, eficiencia energética, ecoetiquetas… Lo que sí ha conseguido la Economía Circular, es crear un puente, un diálogo entre empresarios, políticos y sociedad civil hacia soluciones en vez que enfrentamientos.
La perspectiva circular está ganando adeptos incluso en ámbitos conservadores, hostiles o escépticos a la narrativa naive de los ambientalistas simplemente porque es un relato diferente, más amigable, más cercano a su forma de hablar de los negocios, un modelo que promete y da rentabilidad y que alinea intereses económicos con los intereses de la sociedad y la conservación del medio ambiente.
¿Deben ser las grandes compañías las tractoras hacia este modelo? ¿O es el usuario el que tiene la capacidad de cambio?
Las grandes empresas tienen todas las cartas para ser las tractoras de este cambio. Tienen recursos, talentos y conocimiento para liderar la circularización y muchas de ellas están en ello, su labor en la transición es clave.
Sin embargo, creo que sufrirán grandes transformaciones en los próximos años hacia nuevas formas organizacionales más ágiles, más difusas y autóctonas, muy adaptadas a lo local. En ellas fluirá el conocimiento, la información y las personas, pero las mercancías se quedarán próximas, acortando así las distancias entre productor y consumidor para llegar a formas híbridas, como el prosumidor, actor clave en esta transición hacia el km casi cero.
En cuanto al consumidor como agente de cambio, yo no creo que pueda ser la única solución ni el actor principal, aunque sí importante. Sé que es provocador afirmar esto, pero la mente y el comportamiento humano son muy complejos e irracionales y nos curaríamos en salud si desconfiáramos un poco más de su naturaleza aún incomprensible. Quiero decir que es más prudente diseñar productos y servicios que ya incluyan criterios ambientales y sociales, sin que de eso dependa la decisión última del consumidor. Diseñar, producir y comercializar productos y servicios competitivos (atractivos, cautivadores, funcionales, a un precio asumible, etc.) en el mercado, que además sean respetuosos. Reducir de alguna manera la variable de la ética personal, que parece ser la gran olvidada en el día a día en el súper.
Durante muchos años se ha estado responsabilizando el consumidor cuando realmente su poder de decisión en la práctica es menor de lo que se cree normalmente. Manipulado por el marketing y confundido por su propias emociones y situaciones personales es bastante atrevido presumir que se preocupe por animales en extinción en lejanos países o niños explotados cuando en su día a día, todo eso parece tan distante. Las encuestas sobre consumidores responsables son poco fiables, porque a la hora de la verdad, y a pesar de sus resultados alentadores, la compra termina demasiadas veces a favor de soluciones poco éticas.
Esto nos obliga, más allá de seguir concienciado (en este sentido hemos avanzado, aunque menos de lo que cabría esperar) a involucrar más el consumidor en procesos de fabricación, informarle mejor y sobre todo darles opciones para que el cambio de tendencia se haga imparable hacia productos ambientalmente y socialmente responsables, intencionalmente o no.
Creo por lo tanto que no será un “o” sino un “y”, muchos “y” de actores y grupos de interés que interactuarán localmente para circularizar sus territorios y comunidades. La Economía Circular, procede conceptualmente de la biomímesis y unas de las reglas bases de la naturaleza es fomentar la diversidad y la adaptabilidad.
Todos los actores políticos y económicos tienen el deber y la oportunidad de colaborar para fomentar la Economía Circular, a solas, como se comentó anteriormente, no se conseguirá.
Estas innovadoras opiniones e ideas de Nicola Cerantola, son sólo parte de la entrevista que os iremos ofreciendo en próximos post. Nos quedan interesantes cuestiones como: consejos para convencer a las empresas para aplicar esta metodología, quién debe liderar este proceso o cómo piensa que serán los negocios del futuro.
Tags
Economía CircularPosts Relaccionados
