Empresa privada y ONGs, una colaboración necesaria para la cooperación

Posted by aclimaadmin | 16/06/2017 | Aclima Blog

¿Pueden ser nuestras empresas motor de la cooperación en los países menos desarrollados? ¿Y colaborar activamente en el desarrollo económico de estas regiones? Por supuesto que sí. Aunque conseguir en sector privado un papel en el desarrollo de proyectos de cooperación no es tarea fácil. Veamos por qué.

Las acciones fuera de nuestras fronteras a través de proyectos solidarios, así como la evolución hacia la internacionalización, se han convertido en dos herramientas indispensables para conseguir la competitividad de las empresas. Un gran número de firmas vascas han buscado su nicho de mercado en ámbitos geográficos donde históricamente no habían trabajado, y facturan sus bienes o servicios con mayor proporción en el ámbito internacional que en el local.

 

En las licitaciones públicas internacionales, nuestras empresas se encuentran con competidores de países como: Francia, Alemania, Noruega, Suiza, etc. Pero competimos en desventaja, ya que el dinero que las agencias de desarrollo de estos países invierten para conseguir mejorar las condiciones sociales y económicas de zonas degradadas o con necesidad de desarrollo, mejora la posición comercial de sus empresas en las licitaciones.

 

¿Cómo lo hacen? En muchas de esas licitaciones son las empresas de esos países las que desarrollan los trabajos necesarios para impulsar esa ayuda al desarrollo; siempre bajo el control y tutela de los fondos de cooperación y con la exigencia de cumplir con los objetivos establecidos en el correspondiente proyecto. Por tanto, hay países que aceptan que la empresa es un elemento transformador en la cooperación al desarrollo y lo hacen sin abandonar su línea de apoyo a las ONGs, que sin lugar a dudas son un elemento principal de transformación en la ayuda a la cooperación.

 

El sector del medioambiente en Euskadi

 La protección al medio ambiente y los proyectos al desarrollo están unidos en muchas ocasiones. La mejora de las condiciones de vida de una comunidad local en un país, pasa en muchas ocasiones por la mejora de las prestaciones ambientales en proyectos relacionados con el abastecimiento de agua potable, gestión de aguas residuales, gestión de residuos, entre otros.

 

Las empresas del sector medioambiental vascas han adquirido una enorme experiencia y conocimiento en tejer alianzas con socios locales; conocer perfectamente la regulación contractual y financiera de esos países, y desplegar medios técnicos y humanos desplazados permanentemente en esos lugares. Las empresas y el tercer sector se completan: el ánimo de lucro y la consecución del interés público mediante sistemas de eficiencia en la gestión son complementarios. Solo necesitamos espacios de colaboración imaginativos, donde ambos sectores comiencen un diálogo fructífero.

 

En Euskadi, la ayuda a proyectos para cooperación al desarrollo va únicamente impulsada a través de las ONGs. Creemos que es el momento de reflexionar sobre la importancia de incorporar al mundo de la empresa en estos proyectos, bien sea en colaboración con las ONGs o forma individual

El sector privado y nuevos actores

En la actualidad, en el Estado Español hay aproximadamente catorce millones de personas que trabajan en el sector privado, tres millones que trabajan en la administración pública y medio millón en el denominado tercer sector (en este ámbito estarían por eliminación todas aquellas actividades que no son ni del Mercado ni del Estado; lo formarían entidades sin ánimo de lucro y no gubernamentales). Por tanto, es evidente que necesitamos incorporar a nuevos actores que tengan capacidad de transformación y que aporten sus capacidades, siendo complementarios con el tercer sector y basándose en formuladas de colaboración público privada.

Otorgarle al sector privado un papel en el desarrollo de proyectos de cooperación no es tarea fácil. Para superar las barreras de la incertidumbre y falta de confianza entre quien licita y quien es adjudicatario, hay herramientas que las empresas se pueden autoimponer como la certificación en el sistema B-Corp, que establecen una reflexión integral en la empresa respecto de lo que puede aportar a esa organización a la sociedad, en aspectos como su responsabilidad social y empresarial, trasparencia pública y cumplimiento legal.

Ahora queda en nuestra mano dar los primeros pasos. ¿Estamos preparados para ello?

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